El 30 de agosto de 2025, en el marco del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, un grupo de activistas feministas realizó una manifestación en el Zócalo de Puebla. Durante el cierre de la protesta, se reportaron daños en la Fuente de San Miguel, un monumento histórico del siglo XVIII considerado parte del patrimonio cultural de la ciudad. Este incidente generó una respuesta inmediata de las autoridades municipales, que derivó en la detención de cuatro mujeres jóvenes, miembros del colectivo “Morras Sororas Históricas e Histéricas”. Las detenidas son Luna, Viridiana, Fernanda (de 18 años) y Victoria, todas jóvenes activistas del colectivo mencionado. La protesta buscaba visibilizar la problemática de las desapariciones forzadas en México, un tema sensible en Puebla, donde se han registrado numerosos casos.
Al finalizar la marcha, las activistas llevaron a cabo lo que describieron como “iconoclasia feminista”, que incluyó el uso de pintura y martillos para causar daños en la estructura de la fuente. Elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) del Ayuntamiento de Puebla intervinieron para detener a las cuatro mujeres, tras recibir reportes de actos vandálicos. El 31 de agosto de 2025, alrededor de las 13:00 horas, la FGR liberó a las cuatro jóvenes sin cargos formales, tras un acuerdo en el que se comprometieron a reparar los daños causados a la fuente.
Las jóvenes salieron de prisión con lágrimas en los ojos, escarmentadas. Las cuatro fueron recibidas por sus familiares y abogadas, quienes expresaron alivio pero también indignación por el trato recibido. Por supuesto, esa mala experiencia se la hubieran ahorrado si se hubieran limitado a su protesta, la cuál por supuesto se justifica. Pero, ¿qué tenía que ver la fuente en todo esto?