En los últimos días hemos visto que en las conferencias de prensa de la gobernadora Rocío Nahle se ha implementado una estrategia que emula la de las mañaneras de López Obrador, así como Claudia Sheinbaum sigue el modelo establecido por su antecesor. Se trata de hacer pasar como comunicadores a una clase rastrera de oficiosos de la pluma que hacen preguntas a modo o que, incluso, se atreven a rendir alabanza descarada a una gobernadora que, al parecer, se regocija en eso. El abogado Javier Coello Trejo analiza a esta clase rastrera en un artículo que publicó con el título: «La prostitución de los medios de comunicación».
Dice Coello Trejo: «Otro síntoma profundamente grave de la prostitución de la prensa se vive del diario en Palacio Nacional. Ahí, en lugar de periodistas críticos, que es lo que verdaderamente se necesita, vemos un grupo de cortesanos disfrazados de reporteros que hacen preguntas planeadas, diseñadas para complacer al poder. Lejos de cuestionar con firmeza al gobierno, se convierten en mascotas del Ejecutivo, aplauden los discursos falaces y cínicos de los más altos niveles del poder. Algunos de estos “periodistas” hasta famosos se han vuelto. ¿No les suena el nombre, por ejemplo, de “Lord Molécula”? ¿Qué tal EPIGMENIO IBARRA? Estos cortesanos no cumplen con la misión de informar, sino con la tarea de lamer las botas y legitimar al régimen autoritario. Solo vemos preguntas queda bien, sin rigor, sin investigación, y que contribuyen a apoyar al gobierno que controla la narrativa y, así, la verdad queda secuestrada. Eso también es prostitución».
La prostitución, dicen, es el oficio más antiguo del mundo. Y aquí habría que citar a Sor Juana Inés de la Cruz: «¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?»
