Gracias al informe del ejército mexicano los mexicanos nos pudimos enterar que el exsecretario de seguridad de Adán Augusto López era el Comándate H, cabeza principal del grupo criminal conocida como La Barredora. Hasta ahí, el ejercito mexicano quedaba como un excelente garante de integridad ante el poder. Sin embargo, esa imagen duró muy poco, pues sospechosamente ahora salen a decir que esos reportes estaban llenos de datos no confirmados. Desde luego, esta postura le da oxigeno puro al coordinador de los senadores morenistas, pues con ello se fortalece la tesis de que no sabia en que pasos andaba su secretario de seguridad.
Es un intento pueril por parte del gobierno federal para proteger a uno de los suyos. Lo grave del caso es que el ejercito mexicano pierde credibilidad como institución garante de la integridad y justicia.
Resulta poco creíble que el rigor marcial y disciplina que caracteriza a las fuerzas armadas se haya hecho a un lado por complacer los requerimientos de un gobierno que ve como se va desgatando su calidad moral por solapar a indeseables que han hecho riqueza ilícita en puestos de la 4T.
