El modus operandi incluye la perforación de tomas clandestinas en la infraestructura hidráulica y la explotación de pozos ilegales, desde donde extraen el recurso para comercializarlo en pipas. Cada pipa, con capacidad promedio de 10,000 litros, puede venderse hasta en 4,000 pesos, lo que genera ingresos significativos, especialmente en zonas con alta escasez de agua. En Ecatepec, por ejemplo, se estima que los delincuentes han robado más de un millón de litros de agua, afectando a unas 600,000 personas que carecen de acceso regular al líquido.
El huachicoleo de agua no sólo merma el suministro para miles de hogares, sino que también profundiza la crisis hídrica al sobreexplotar mantos acuíferos y dañar la infraestructura hidráulica. Municipios como Ecatepec, Chalco, Nezahualcóyotl y Teotihuacán son de los más afectados, donde la escasez obliga a los habitantes a comprar agua a precios elevados a los propios huachicoleros.

