Ahora, ¿puede imaginarse una refinería en Coatzacoalcos funcionando sin que las autoridades de los tres niveles de gobierno estén al tanto, ni tampoco las de Protección Civil o Desarrollo Urbano? Resulta difícil de creer.
Esta situación pone en evidencia el contubernio entre PEMEX y los delincuentes de cuello blanco, sin mencionar a las autoridades que, probablemente, recibían sobornos para hacerse de la vista gorda.
Por ello, las declaraciones de la presidenta Sheinbaum, asegurando que se investigará a fondo el asunto, suenan poco convincentes. Ante esta situación, es imprescindible identificar a los responsables. No hay otra opción: para que los gobiernos de los tres niveles salgan bien librados, alguien debe rendir cuentas y enfrentar la justicia. Es lo mínimo que se espera.

