El periodista Ciro Gómez Leyva, avecindado en Madrid, España, se puso a defender a la esposa de López Obrador, como si la señora requiriera de defensores. Ya sabe usted, Ciro es el santo patrono de las causas perdidas. Un día defendió a Carlos Ahumada, su exjefe, quien después se confesó culpable; otro día defendió a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, líder del PRI en la CDMX, quien reclutaba damas para que le hicieran sexo oral; después se comprobó que todo era cierto; otro día se volvió vocero de Javier Duarte. Esta vez defendió a doña esposa de López Obrador, dijo que la señora tiene todo el derecho de pedir disculpas a España por las atrocidades de la Conquista, también dijo que tiene todo el derecho de pedir la nacionalidad española.
Nadie dijo lo contrario. Sólo se advirtió que la señora tendrá que pagar las consecuencias de sus incongruentes acciones. Y así fue. En redes sociales se le fueron encima y hasta sus coplas le hicieron a la “Zopilota gallega”, pues primero pide que se arrodille la Corona española, y ahora ella se arrodilla para pedir ser española.
Claro, doña Beatriz, a quien nos quisieron vender como escritora, ya salió a decir: «Yo vivo en nuestro bello México». Por el momento, pero seguramente le urge alejarse de su retoño y de su marido, con quien por cierto no pernocta. Vive en México, pero ya quisiera, con el dinerito que juntó, irse a vivir a España, para ser vecina de Ciro Gómez Leyva.