Una persona mediocre, dice la RAE, es un sujeto «de calidad media, tirando a mala». El Diccionario de la Lengua Española anota algunos sinónimos de mediocre: «Común, regular, corriente, gris, anodino, vulgar»; en el caso de Juan Javier Gómez Cazarín, sobre todo, vulgar. Juan Javier Gómez Cazarín, encargado de los programas de Bienestar en Veracruz, no parece tomarse en serio el cargo. Gómez Cazarín hizo circular en redes sociales un video que le editaron. En el video el funcionario federal aparece vestido en ropa deportiva, corriendo sobre la vía del tren.
La música de fondo es el tema “Abejita chiquitita” de un tal Paleto, La voz de la cumbia. ¿Qué intención tiene al publicar ese video? ¿Quiere hacerse el gracioso? ¿Busca parecer simpático? Por supuesto, Gómez Cazarín no le tiene miedo al ridículo; de hecho lo suyo es el ridículo.
No entiende este funcionario público que su obesa figura sólo remite al personaje de “Odisea Burbujas”, un programa infantil en el que aparecía un personaje llamado “Pistachón Zig Zag”. Cuando la mediocridad tiene rostro ridículo, esto es lo que vemos. Un funcionario público cargado de banalidades, aficionado a las fruslerías, enemigo de la seriedad, negado a la inteligencia. Pero qué importa, dejemos que el ridículo abejorro se convierta en un esperpento.