La frase “aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo” se le atribuye al filósofo español George Santayana. Y aunque esta frase tiene algunas variantes, todas aluden a no olvidar los errores cometidos para no volverlos a cometer. Tal parece que Morena ha olvidado que el PRD, en algún momento fue un partido con mucho poder. Muchos de los fundadores del partido guinda, dieron sus primeros pasos en la política, mediante el desaparecido partido azteca. Sin embargo, desapareció porque se fragmento su unidad y su base se divido en diferentes tribus dentro del mismo partido.
El desliz que tuvieron con la presidenta Sheinbaum, la cúpula morenista y los jerarcas de los diputados y senadores al descuidar el protocolo de saludo, por andar de cola pronta, con el hijo del expresidente López Obrador, solo refleja la división de liderazgos dentro del partido. Es bien sabido, que tanto Adán Augusto López, como Ricardo Monreal tiene su propio grupo dentro de Morena, y que decir de Andrés Manuel López Beltrán, quien por herencia se le ve como el eje continuador del legado político de su padre.
En este marco, se puede observar a una presidenta acotada por sus propios compañeros de partido, quienes, a partir desde este momento, ya tiene los ojos puestos en el 20230. Este entorno no es nada bueno para la unidad partidista dentro de Morena, sobre todo, si siguen haciendo menos a la titular del ejecutivo federal. Que los morenos no olviden que enemigo más fuerte de Morena no está fuera del movimiento, sino dentro de él.