¿Dónde se van a esconder si están bien grabados, bien identificados? Sólo falta que algún vecino, algún conocido suba a redes sociales sus nombres y antecedentes. Nos referimos a la familia de la mujer que arrojó un comal de aceite hirviendo en contra de una trabajadora de “Antojitos Rinconada”, negocio ubicado en la colonia Revolución de Xalapa, Veracruz. El aceite le provocó quemaduras de primer y segundo a una mujer trabajadora.
Todo empezó porque la familia que consumió sus alimentos en ese lugar quería que les entregaran la cuenta separada, pero la entregaron junta. Bastaba con que cada comensal reconociera su consumo e hicieran una simple división. Pero no, era necesario reclamar y recibir reproches; era necesario desatar la ira y lanzar la bronca. Una joven incluso retó a las trabajadoras del negocio a salir a darse “un tiro”. Otro sujeto, también identificable, empezó a tomar fotos a las mujeres del negocio para amedrentarlas. Al parecer todo pudo haber quedado en una bravata, un trago amargo para los que atienden un negocio familiar. Sin embargo, de manera cobarde una mujer adulta que llevaba a un niño de brazos consigo, regresó ya sin el crío y lanzó el comal con aceite hirviendo en contra de las mujeres que atendían.
Fue un acto criminal además de cobarde; un acto premeditado que buscaba causar un daño irreversible a las mujeres que supuestamente la agraviaron al no haber entregado la cuenta como ella la pedía. Pero ya está identificada esa mujer criminal y se espera que de un momento a otro en redes sociales la localicen. Ya el video de la agresión se hizo viral, ya lo manejan medios nacionales y no hay lugar donde estas personas se puedan esconder. Todo por no saber contener la ira irreflexiva, la ira criminal.