Algo debe tener de encantadora la Navidad. Lo decimos porque en países donde pocos practican el cristianismo, digamos Japón o Corea del Sur, la Navidad se ha convertido en un acontecimiento importante, en una fecha que no hay que dejar pasar y por ello, muy a su manera, también la celebran. ¿Qué tiene de encantadora la Navidad? A mí, debo confesarlo, me gusta ver los escaparates de las tiendas llenos de ofertas falsas, me gusta ver a la gente sonriendo, compitiendo con sus vecinos en la iluminación de sus casas, no escatimando gastos, comprándose ese abrigo que tanto les gustó, esos zapatos que están por encima de su presupuesto, ese vestido, esa camisa, ese reloj.
Me gusta todo eso, pero no me engaño; no creo que deseándonos prosperidad y paz en una sola noche se nos vayan a solucionar los problemas. Por supuesto, para muchas personas de la cristiandad la Navidad sí tiene el significado religioso que debería tener, la celebración del nacimiento de Cristo, aunque los hechos históricos indican que Cristo nació en otoño, no en invierno.
Esas escasas familias se desean sinceramente paz y prosperidad, se llenan de buenos deseos. Ojalá y en verdad la Navidad solucionara los problemas del mundo. Ojalá y entonces todos los días fueran Navidad y los hombres se desearan paz todos los días. Pero el ser humano tiene la mala costumbre de hacer que los buenos deseos duren lo mínimo para evitar que estos se cumplan.