Salen ebrios de la fiesta y buscan taxi para poder llegar a su casa después de que pusieron en ridículo a la esposa e hijos, ya sea porque se pelearon con el hermano, con el padre. Son ebrios a quienes tuvieron que sacar entre todos para que no siguieran arruinando la fiesta. Me consta, yo fui taxista ocho años y los veía salir, me hacían la señal de parar y los subía a mi taxi. Me contaban su vida, sus broncas, sus rencores, pero nunca su felicidad.
A la mañana siguiente la resaca, la vergüenza, las disculpas en el mejor de los casos, o el silencio en el peor. Otras veces la Navidad es un recordatorio de nuestra soledad, un vistazo a la ruindad de los demás, una ojeada a los sueños no cumplidos. Se desea. pero no se tiene para comprar, se ansía, pero no se tiene para aspirar. No es cierto eso que dice Serrat, que en las fiestas «el prohombre y el humano bailan y se dan la mano sin importarles la raza». Acaba uno descubriendo que para muchos hay varias clases de Navidad.