Los concesionarios de las grúas en el estado de Veracruz eran unos pinches ladrones, ladrones con licencia para robar. Bastaba el pitazo de un agente de tránsito cómplice para que llegara una grúa, se llevara el auto de un ciudadano y con ello tenían la justificación para cobrarles lo que les viniera en gana, primero por el arrastre, después por los días que el vehículo permaneciera en el corralón. Eran unos pinches ladrones y se repartían el dinero entre ellos; le daban una mochada al tránsito y ellos se quedaban con el resto. Eran tan ladrones que hasta adquirieron grúas con capacidad de cargar hasta con dos vehículos, o hasta tres llegaban a arrastrar.
Pero el negocio de las grúas en Xalapa no sólo fue el negocio del Bola 8 en el sexenio que pasó. Cada sexenio siempre hay un funcionario corrupto que se aprovecha de la situación para habilitar corralones, comprar grúas y salir a saquear a los ciudadanos. Como alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued recibió muchas quejas por el abuso de las grúas, por las cantidades exorbitantes que algunos ciudadanos tenían que pagar para sacar su vehículo de uno de esos corralones.
Ricardo Ahued prometió que esos abusos se iban a acabar, que se iba a terminar la corrupción entre los concesionarios y las autoridades de Tránsito. ¡Y se acabó! La gobernadora Rocío Nahle fue muy sensible en este tema, se puso del lado de los veracruzanos y se acabó con el negocio de las grúas. Ahora hay que estar pendientes de que no salga por ahí algún vividor que quiera revivir el negocito para su provecho.