Mientras las máquinas rugían en la ampliación de la carretera Pachuca-Huejutla, una sorpresa arqueológica paralizó brevemente el trajín cotidiano. Obreros descubrieron los restos de una pirámide en San Agustín Metzquititlán, Hidalgo. Sin embargo, lejos de celebrar una apertura al público, el basamento fue cuidadosamente documentado y, acto seguido, enterrado de nuevo.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) justificó esta decisión como una medida de preservación. A través de drones y modelos digitales, los arqueólogos capturaron la esencia de la estructura, que podría remontarse al señorío Metzca, una civilización que floreció en la Sierra Alta hace más de mil años.
El sitio, además, reveló vestigios de una posible ciudadela; pinturas rupestres, flechas y herramientas que narran la vida de una comunidad que dejó su huella en la región. Pese a la riqueza histórica, los recursos limitados impidieron continuar con una excavación más profunda, lo que obligó a proteger el hallazgo bajo capas de tierra y geotextil.