Resultaría muy ingenuo creer que Claudia Sheinbaum no este informada que tanto Ricardo Monreal, coordinador de los diputados en el congreso federal y que Adán Augusto López, coordinador de los senadores morenistas, tienen doble agenda y que sus intenciones maquilladas de cordialidad solo son eso, una careta oficialista. La novel presidenta sabe perfectamente que estos personajes abrigan rencor en sus entrañas, Sheinbaum debe de andar con cautela, sus pasos están bien vigilados.
El sainete con la penosa ratificación de Rosario Piedra la dejó lastimada y muy mal parada ante la sociedad mexicana. La presidenta de México sabe que este entorno es negativo, siembra desconfianza, tensión y una extenuante sensación de necesidad urgente de cautela que, en un descuido, puede causarle fuertes dolores de cabeza.
Además, existe otro frente poderoso que la mantiene limitada, sabe que su poder no es omnímodo como el de su antecesor. Prueba de ello es que en Morena ella no tiene ni una vela en el entierro, sabe que ahí sigue mandando el expresidente, mediante el brazo ejecutor de uno de sus hijos, tal vez, el más corrupto. Claudia Sheinbaum sabe que está durmiendo con el enemigo, y que en cualquier momento puede ser traicionada. Eso no es tan descabellado entre morenos y, ella lo sabe muy bien.