Mussio Cárdenas Arellano / Como falso samaritano, Ciro Félix lleva ayuda a las colonias y luego se publicita.
Carga en una mano una bolsa con despensa y la otra le sirve para ir saludando a los damnificados por las inundaciones en Minatitlán al tiempo que su camarógrafo capta las escenas que resaltan su supuesta solidaridad.
Y minutos después las sube a Facebook.
A otros los abraza. Con unos más dialoga. Escucha sus penas y recibe el agradecimiento por su falsa generosidad. Y así construye Ciro Gonzalo Félix Porras la imagen altruista –qué coincidencia– cuando inicia el proceso electoral municipal.
Y los videos circulan por las redes sociales.
La generosidad genuina suele ser discreta. La que no, es hipócrita.
Que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda, reza el precepto bíblico. Y el que se ensalce será humillado, dice el libro sagrado.
La falsa generosidad es la que se pregona.
La falsa generosidad es sólo un ardid que busca el elogio de los demás.
La miseria interna aflora cuando los que ayudan en momentos difíciles sólo buscan el reconocimiento de los demás.
Pero Ciro Félix va más allá. Con sus botas de lechero, pantalón de mezclilla, la camisa para vestirse de pobre, lleva despensas a las colonias de Minatitlán intentando que sus nuevos padrinos políticos, Sergio Gutiérrez Luna, Miguel Ángel Yunes Linares y Adán Augusto López Hernández se convenzan que hay que darle cabida en Morena y luego lo impulsen a la alcaldía.
Ahí es donde la ayuda se vuelve engaño.
Ciro Félix brinca del PRI, donde ya no ve posibilidad alguna de ser candidato, a Morena.
No milita en el partido guinda. No es obradorista ni se le ve en los eventos morenistas. No tiene roce con las bases pero sabe que las candidaturas se logran arriba, en las cúpulas del poder.
No le inquieta que se remuevan los recuerdos, el paso su mamá, Guadalupe Porras David, por la presidencia municipal de Minatitlán, que terminó en un desastre.
No le mueve que le reprochen cómo Lupita Porras provocó un litigio por la concesión del servicio de limpia pública, que canceló violando preceptos legales, y generó una indemnización millonaria, aún por pagar, que comprometió las finanzas del ayuntamiento de Minatitlán por años.
O el fin de gestión cuando los 12 ediles que integran el cabildo la dejaron sola, sabotearon su último informe de actividades y el Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz detectó que realizaba pagos a proveedores y constructores sin la firma del síndico.
O cuando Ciro Félix Porras fue diputado local del PRI y pasó sin pena ni gloria por el Congreso. Fue un levantadedos y nada más. Fue un férreo defensor de Javier Duarte de Ochoa cuando la violencia, los grupos criminales y la impunidad provocaron el surgimiento de grupos de autodefensa en Minatitlán.
“Tenemos un gobernador que se ha preocupado por el tema de seguridad”, soltó y Veracruz entero se rió.
Ciro Porras sueña. Se ve apadrinado por el diputado federal Sergio Gutierritos Luna, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Baja; por el senador suplente, Miguel Ángel Yunes Linares, y por el líder de Morena en el Senado, Adán Augusto López Hernández.
Y se ve rebasando a las bases morenistas y ganando la candidatura a la alcaldía de Minatitlán en 2025, doblegando a la gobernadora electa, la zacatecana Rocío Nahle. Y a culminar la obra de su mamá.
Mientras, se pone sus botas de lechero, llega a las colonias, reparte bolsas con despensas y sube sus videos a las redes sociales para que se sepa que tiene un gran corazón.
El falso samaritano suele mentir. No siempre logra engañar.