El gobernador, vestido para el bailable, con paliacate en la cabeza y sombrero de paja, más parecido a una “rezandera” que a un danzante, se puso a hablar de nuestras tradiciones, de las festividades del Día de Muertos, pero cuando le preguntaron sobre la tragedia ocurrida en Maltrata, el gobernador dijo que no iba a hablar de ese tema. Y no iba a hablar porque a él le interesaba más “mover el bote” que gobernar.
¿Para qué preocuparse por gente que ya está muerta? ¡Y más en Día de Muertos! Cuitláhuac García le ha perdido el miedo al ridículo, pero también se ha olvidado de que él sigue siendo gobernador hasta el 30 de noviembre. Después de ese día puede hacer de su vida un papalote.