Bernardo Gutiérrez Parra / En su primer viernes como gobernador de Veracruz, a Cuitláhuac García se le ocurrió escribir en sus redes algo más o menos así: “Mañana es sabadaba, hay que prepararnos para ir a salsear”. Pero le llovieron tal cantidad de improperios y mentadas que tuvo que bajar el texto. Aunque (dicen), esto no fue obstáculo para que se fuera a mover las caderas.
El pasado 21 de este mes y mientras miles de veracruzanos estaban con el agua hasta el cuello debido a los torrenciales aguaceros que cayeron en la entidad, tomó como pista de baile el Patio Central del Palacio de Gobierno para ensayar la danza del Xantolo junto con una veintena de trabajadores.
Lo curioso es que a nadie extrañó la actitud del señor porque desde que llegó a la gubernatura su vida ha sido una pachanga y un bullanguero carnaval.
Que Veracruz ocupe el primer lugar nacional en secuestros con 1,073 en lo que va del sexenio; que este año se lleven contabilizados 605 asesinatos dolosos ¿eso qué? Al mal tiempo buena cara y nada como bailar para alegrar el espíritu.
A pesar de que siguió lloviendo sobre todo en la zona sur, a pesar de que varios ríos se desbordaron, decenas de hogares se inundaron y centenares de familias resultaron damnificadas, el gobernador siguió bailando. Y bailó y bailó y bailó hasta que lo sacaron de la pista.
Quien lo sacó fue la Presidenta Claudia Sheinbaum que envió a la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa, a evaluar los daños causados por las tormentas.
La funcionaria realizó sus recorridos con personal del Ejército, Marina y Conagua; con la titular de Protección Civil estatal Guadalupe Osorio y con representantes de la Misión ECO (que evalúa la gravedad de una emergencia y mitiga los daños en las poblaciones afectadas), pero prescindió del gobernador.
Agarrado en la maroma, Cuitláhuac se quitó su camisa de chaquira y lentejuela, sus zapatos de baile, se puso una camisa informal, pantalones de mezclilla, botas para el agua y órale, a dar ejemplo de trabajo tempranito en Tlacotalpan donde organizó una “mesa de diagnóstico”.
Mientras Laura sobrevoló cinco municipios para después dialogar con los afectados, Cuitláhuac se valió de las redes para agradecer a la Presidenta por su invaluable apoyo (porque le faltó valor para echarle un telefonazo), visitó el Hospital Regional, caminó tantito por ahí para la foto con las botas enlodadas y listo.
Quizá para devolverle la cortesía, no esperó a la funcionaria en Tlacotalpan y se fue. Por lo que trascendió que junto con el reporte de daños y afectados que presentará a la Presidenta, Velázquez Alzúa lleva otro detallando la inoperatividad del gobernador más irresponsable que tiene el país, al que no le alcanzaron seis años para visitar los lugares dañados y palmearle la espalda a los damnificados.
Porque has de saber lector, que jamás acudió a las zonas siniestradas por los incendios forestales, como tampoco (con excepción de Tlacotalpan), a los municipios afectados por las lluvias, huracanes o tormentas tropicales.
Cuitláhuac García es el ejemplo más acabado del mandatario estatal egoísta, deshonesto y gandalla, que antepone la fiesta a las necesidades de sus gobernados a los que nunca vio porque nunca le importaron.
Bendito sea Dios ya se va, pero no se irá como llegó. Mientras viva cargará con el estigma de haber sido el gobernador más inútil,
incapaz y arbitrario que hayan padecido los veracruzanos desde que se fundó Veracruz.
Y ese estigma no se lo quitará ni yendo a bailar a Chalma.