Juan Javier Gómez Cazarín estuvo dos periodos como presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del estado de Veracruz. Fue dos veces diputado local, amigo de francachelas de Cuitláhuac García. Que se sepa nunca hizo nada por los habitantes del sur de Veracruz. No se conocen iniciativas para que se apoyara con recursos el desazolve de ríos o para la infraestructura hidráulica de los pueblos del sur; tampoco exigió al gobierno de su amigo Cuitláhuac García que pusiera atención a la condición en que se encontraban las carreteras de Veracruz. Sin embargo, a unas semanas de dejar el cargo, asoma la mirada a sus conciudadanos y le despiertan sentimientos encontrados.
“Escribe” Juan Javier Gómez Cazarín, si es que en realidad sabe escribir: «Como siempre, el sufrimiento se ensaña con los más vulnerables. Con los adultos mayores, con los enfermos, con las personas cuyas casas son más precarias y susceptibles al daño, con el que tiene que salir a trabajar a fuerza. Quienes tienen la fortuna de estar bien se toquen el corazón y les echen una mano a los amigos, a los vecinos y a los desconocidos que estén pasando por un mal momento. Cualquier ayuda viene bien. Créanme que cuando se está en una situación así, hasta una toalla y un cafecito con pan valen oro».
Y quiso seguir escribiendo, pero sus lágrimas empapaban la hoja donde anotaba sus beatos pensamientos. Juan Javier Gómez Cazarín no hizo nada por los veracruzanos, mucho menos por los del sur de Veracruz, y ahora quiere, con su perorata sentimentaloide, que lo canonicen.