Equipados con chalecos salvavidas, algunas bengalas y provisiones limitadas, los tres quedaron a merced de la naturaleza en un mar conocido por sus peligrosas tormentas y aguas gélidas. Las autoridades rusas perdieron contacto con ellos poco después y, aunque desplegaron una búsqueda intensa, las pistas se desvanecieron en el vasto océano. La esperanza renació el 14 de octubre, cuando el barco pesquero ‘Ángel’ avistó algo extraño en el radar.
Lo que parecía un trozo de basura flotante era en realidad Mikhail, débil, pero aferrado a la vida, envuelto en mantas y agitando desesperadamente una bandera naranja. Sus acompañantes, su hermano y sobrino, ya no habían corrido la misma suerte. La tripulación del ‘Ángel’ lo rescató inmediatamente, impactados por su estado: había perdido 50 kilos y estaba en shock. Tras ser trasladado a un hospital en Magadán, los médicos señalaron que su condición era crítica pero estable.