Morris O’Shea, mejor conocido como el «Morris mexicano«, ha sido destapado como una de las figuras clave del Cártel de Sinaloa en Europa, una posición que, según informes, le fue otorgada directamente por Joaquín «El Chapo» Guzmán. Aunque nacido en México, la doble herencia de O’Shea (madre mexicana y padre irlandés) lo llevó a establecerse en Irlanda, donde su vida tranquila en la ciudad de Killorglin ocultaba una operación criminal transnacional. O’Shea llegó a Europa en 2005 acompañado de su madre Yolanda Salazar, quien presuntamente mantenía lazos cercanos con el cártel de Sinaloa a través de su conexión con Alejandrina Salazar, la primera esposa de Guzmán Loera. Esta relación fue clave en la evolución de Morris de un adolescente problemático a una figura de poder en el tráfico de drogas.
La gente de Killorglin no tardó en notar que había algo oscuro detrás del joven «mexicano«. Los rumores lo pintaban como alguien peligroso, con una presencia intimidante que provocaba miedo entre sus vecinos. O’Shea, sin embargo, no solo intimidaba, también actuaba. Fue acusado en Irlanda de varios crímenes, desde posesión de armas, hasta robos violentos, construyendo una reputación de líder criminal en ascenso.
El arresto de su madre en Chile en 2021 confirmó lo que muchos sospechaban; Morris no sólo tenía vínculos con el narcotráfico, sino que era parte de la maquinaria que movía miles de kilos de cocaína desde Bolivia hacia Europa, utilizando Chile como puente. Según las autoridades, O’Shea estableció una red de distribución que alcanzaba puertos estratégicos en Bélgica, España y Holanda. Hoy, mientras las autoridades lo buscan, Morris O’Shea se ha consolidado como el rostro más reciente del narco en Europa, un mexicano de sangre irlandesa que, desde la sombra, mueve los hilos de una operación multimillonaria.
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