Zenyazen Escobar, el” Noroña veracruzano». Iracundo reta a un joven que interrumpió sus alabanzas a López Obrador. «Ya no estás en campaña»

Reza el dicho que «la sabiduría y la prudencia corren parejo con la edad», pero como en todo, hay sus excepciones. Resulta que el ahora diputado federal Zenyazen Escobar sigue poniendo en evidencia la falta de control de sus emociones. Circula en redes un vídeo donde aparece en el arranque de obra de las instalaciones de lo que será la Universidad Tecnológica del Centro de Veracruz. Zenyazen Escobar quiso presumir que es un gran lector. Pero imagínese usted el libro que recomendaba. El libro «Gracias», un compendio de mentiras del expresidente Andrés Manuel López Obrador. No entiende Zenyazen Escobar que los veracruzanos, así como millones de mexicanos, quedaron hartos de las mentiras de López Obrador. Con justa razón un joven estudiante lo interrumpió, recordándole que él ya no está en campaña; que ellos ya no se creen esos cuentos.

El exsecretario de educación no pudo disimular su enojo y retó al joven estudiante a que pasara adelante a tomar el micrófono, si es que tenía los “fundamentos” suficientes; o como se dice en lenguaje florido, los “tenates bien puestos”. Por supuesto el joven estudiante no le siguió el juego. Este diputado que alguna vez soñó con ser gobernador de Veracruz, no puede, ni debe, seguir mostrando esa actitud combativa y beligeranteque lo hace parecer al inbañable Gerardo Fernández Noroña; un arribista político que cultiva en el Senado el desprecio que muchos mexicanos sienten por él.

Escobar García, antes de sentir que tiene la verdad absoluta, debería recordar sus orígenes. Él sabe que empezó en el aula de una telesecundaria, luego se fue a las calles donde adquirió cierta relevancia como activista. También pasó por el Congreso local, donde sólo tenía que levantar el dedo. Ahora ha mostrado que es de mecha corta y que carece de sensibilidad política. Por cierto, en el evento se puede observar a Víctor Vargas Barrientos, actual secretario de la SEV, quien ante el arrebato placero de su valedor, se limitó a aplaudir como foca.