Cambiar todo para que todo continúe igual, es la máxima premisa del gatopardismo y también la intención de Andrés Manuel López Obrador. Durante muchos meses el tabasqueño insistió de que dejando el poder este se retiraría a su rancho en Palenque, Chiapas para escribir sus memorias. Sin embargo, sus acciones ponen en duda su retiro de la política. De entrada, no dejó que la nueva presidenta electa tuviera mano principal en la elección de su gabinete, tuvo que aceptar a personajes oscuros, como por ejemplo a Jesús Ramírez Cuevas y a los recomendados de Marcelo Ebrard y de Ricardo Monreal.
Eso sin contar que el congreso federal está lleno de obradoristas, que antes de aceptar alguna propuesta de la presidenta Sheinbaum, primero pedirán la línea del tabasqueño.
Y que decir en el terreno electoral, donde impondrá su ley e influencia el expresidente mediante su hijo, Andrés López Beltrán, quien tendrá mano en las candidaturas del partido. Siendo honestos, el presidente López Obradores un zoon politikón que seguramente seguirá moviendo los hilos del gobierno de Claudia Sheinbaum.
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