La mujer no pudo completar las tareas en el tiempo acordado, lo que llevó a Misgaro a intervenir, prometiendo que finalizarían el trabajo en los días siguientes. Sin embargo, la discusión escaló hasta un enfrentamiento físico que acabó con Misgaro en el suelo, con una fractura de cráneo fatal. A pesar de las evidencias presentadas en el juicio, Omari mantiene su inocencia. Asegura que no estuvo presente en el lugar de los hechos y que fue injustamente señalado por los hijos de la víctima.
No obstante, el juez John Nkwabi declaró que las pruebas confirmaban su culpabilidad, dictando la pena de muerte por ahorcamiento. El veredicto ha reavivado el debate sobre la pena capital en Tanzania, un país que aún practica este castigo, aunque no ha ejecutado a ningún condenado en años. Activistas por los derechos humanos, como Fulgence Massawe, piden la abolición de la pena de muerte, argumentando que no disuade de los crímenes violentos.