Los que tanto repudiaban que México se militarizara, fueron los que al final entregaron las calles del país a los militares. De hecho, el rencor que López Obrador guardó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación fue precisamente porque en su momento la Suprema Corte echó para atrás la tutela de la Guardia Nacional al Ejército.
Al final, el presidente, con su aplanadora legislativa, logró sacarse esa espina para clavársela a los mexicanos. Consumada su venganza, López Obrador ya puede dormir tranquilo: “Yo estoy muy contento y además tranquilo, porque al aprobarse la reforma para que la Guardia Nacional dependa de la Secretaría de la Defensa Nacional, esto va a significar que todo el esfuerzo que hemos hecho para crear la Guardia Nacional, que ha significado en cinco años crear un institución que ya tiene el respaldo de la mayoría del pueblo, que todo ese esfuerzo no se eche por la borda con el paso del tiempo, que esto no se destruya, que no vuelva a suceder lo que ya se padeció con la Policía Federal”.
Y uno se pregunta: ¿De qué sirve una Guardia Nacional con militares, si los mismos militares reconocen que ellos no pueden traer paz a las ciudades, que eso depende de los grupos criminales que se disputan el territorio mexicano? “La paz depende de los grupos antagónicos, que dejen de hacer confrontación entre ellos”, dijo un general sobre la violencia en Sinaloa.
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