Libertad Bajo Palabra

«Aunque sea lo último que haga en la vida se lo cobraré a todas y a todos los agresores, no tengan duda, nada es para siempre, tampoco el poder»

Miguel Ángel Yunes Linares FOTO: WEB

Yo no soy amigo íntimo de Yunes Linares. Lo digo porque algunos se han animado a preguntarme por qué tomó la decisión que tomó él o su hijo en el Senado de la República. El exgobernador me tiene cierta deferencia por mi trabajo literario, por el taller Libertad bajo Palabra que desde hace 16 años llevo a cabo en la Quinta de las Rosas. Algunas veces hemos platicado de libros, de autores. Un día se sorprendió de que estuviera tan versado sobre el escritor Haruki Murakami y la influencia de Raymond Carver en su libro “De que hablamos cuando hablamos de correr”. Algunas veces me ha mandado mensajes de WhatsApp, una de esas veces para lamentar la muerte de nuestro amigo Manuel Munguía. Por lo que conozco de él, lo respeto. Por supuesto, como periodista y escritor intento hacerme una idea de qué fue lo que motivó al padre e hijo a dar ese voto necesario para que se aprobara la reforma judicial.

Sé que el gobierno de Cuitláhuac García se ha ensañado con el exgobernador, con sus hijos y parientes. Jorge Winckler está en la cárcel desde hace años de manera injusta por capricho de Cuitláhuac y del Bola 8, otros de sus colaboradores también han sido perseguidos. El agravio en contra de los Yunes por parte de Cuitláhuac García, un pelele cualquiera, no un enemigo digno, debe doler en el orgullo.

El agravio de una fiscal espuria como Verónica Hernández Giadáns debe ser una espina en el pie que molesta al caminar. Los agravios de Éric Cisneros Burgos, Bola 8, quien ahora se esconde en Yucatán, no se olvidan. Esos, y otros agravios, siguen presentes. Cuando recuerdo todos los agravios que esa clase política estulta ha cometido en contra de los Yunes sólo me viene a la mente una frase que, en resumen, lo explicaría todo: «Aunque sea lo último que haga en la vida se lo cobraré a todas y a todos los agresores, no tengan duda, nada es para siempre, tampoco el poder».