Con estas maquinaciones y estratagemas del presidente, se puede ver que el tabasqueño no quiere soltar el poder. Con ello, el espacio de maniobra de la nueva presidenta electa se reduce, no solo estará limitada en el congreso federal, donde los congresistas son incondicionales del presidente, sino que, en lo electoral, la mano que decidirá las diferentes candidaturas recaerá en el inquilino de la “Chingada”.
Por cierto, la que está que truena del coraje por la incursión del socoyote del tabasqueño, es Luisa María Alcalde, quien pensó que llegando a la presidencia del partido, tendría todo el poder, sin embargo, ahora solo será la sombra del pequeño jerarca, amo y señor de los moches del tren maya. Ni hablar a sí se las gasta un hombre que miente cada vez que respira.