Jóvenes marchan a favor de la reforma judicial. Un joven, orgulloso de su inteligencia, de su independencia, de su libertad, no podría apoyar la reforma judicial

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Jóvenes marchan a favor de la reforma judicial. Un joven, orgulloso de su inteligencia, de su independencia, de su libertad, no podría apoyar la reforma judicial FOTO: WEB
- en Avenida Principal, Carrusel

Tan temprano en la vida y muchos jóvenes ya son parte de una escoria manipulada, de una horda insulsa que marcha a favor de la reforma judicial sin conocer siquiera las consecuencias de esa reforma. Los vimos marchando en las calles de Xalapa, algunos sí, avergonzados de que los vieran como parte de un grupo de choque, pero obligados so pena de perder el trabajo en el gobierno estatal. Si fueran imprescindibles en sus trabajos seguro no temerían perderlo. La tarde de este jueves en la Ciudad de México miles de jóvenes marcharon a favor de la reforma judicial, un grupo de jóvenes que le hicieron coro a Lenia Batres, la ministra “burra”, ministra vecindera que en sus intervenciones en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dejado constancia de que a ese cargo no puede llegar una persona sin inteligencia, sin preparación, sin independencia.

No entienden estos jóvenes, porque ni siquiera les interesa indagar, que aprobar la reforma judicial estarían abriéndole las venas a la democracia en México; estarían supeditando al Poder Judicial a los caprichos del Poder Ejecutivo, caprichos que el Poder Legislativo ya cumple. Un joven, orgulloso de su inteligencia, de su independencia, de su libertad, no podría apoyar la reforma judicial.

Y es que ignoran las palabras del Quijote de la Mancha que le dictó a su escudero Sancho Panza: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida». Pero esos jóvenes que marchan a favor de la reforma judicial ya no son libres, viven encarcelados en sus miedos, en su negligencia, en el pavor que les provoca competir. Prefieren la sumisión a una promesa, una promesa, jóvenes, que no les van a cumplir.

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