La madrugada del 4 de septiembre, un grupo de hombres vestidos como militares ingresó en una lujosa residencia del exclusivo fraccionamiento Altus Bosques, en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco. Con precisión cronometrada, los ladrones se llevaron dos cajas fuertes que contenían cuatro millones de pesos en efectivo y joyas, dejando un vacío de seguridad en una zona donde se suponía que el lujo y la tranquilidad eran garantías.
El propietario, al regresar a su casa alrededor del mediodía, descubrió el robo y revisó las cámaras de seguridad. Lo que vio lo dejó atónito; los delincuentes portaban uniformes similares a los del Ejército Mexicano, aunque uno de ellos vestía de civil, lo que ha generado especulaciones sobre su identidad y modus operandi. La Fiscalía de Jalisco ya está investigando el caso, mientras que la Secretaría de la Defensa Nacional ofreció su apoyo para identificar a los responsables. A pesar de los uniformes, no hay confirmación de que los criminales tengan relación alguna con el ejército.
Este audaz golpe en una zona resguardada no solo pone en jaque la seguridad del fraccionamiento, sino que también plantea preguntas sobre el fácil acceso a indumentaria militar en manos de civiles. La ley mexicana es clara; el uso de uniformes militares sin autorización es ilegal y está castigado por el Código Penal, lo que añade una capa más de gravedad a este robo millonario.
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