Olga Sánchez Cordero exministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sabe que la reforma judicial que impulsa el presidente López Obrador y su partido Morena es demasiado lesiva para la nación. Lo sabe y lo ha declarado en varias ocasiones; lo sabe y como miembro del partido Morena, se ha obligado a quedarse callada y dejar que ese absurdo sea declarado constitucional. Siente que le debe más a López Obrador que la hizo secretaria de Gobernación “florero” en los primeros años del sexenio, que a los mexicanos que le pagaron su sueldo.
Quizá por vergüenza, quizá por cobardía, quizá porque sí está enferma del corazón, la exministra cordero se ha hospitalizado de emergencia, lo que le impedirá participar en la discusión de la reforma judicial. Dice la señora Cordero sobre su conveniente hospitalización: «Hoy muy temprano acudí a consulta con mi cardiólogo, quien decidió hospitalizarme, en virtud de la cirugía de corazón abierto que tuve hace tiempo. Hago votos porque se encuentren las vías de diálogo y consenso».
Olga Sánchez Cordero pasó de senadora a secretaria de Gobernación, luego otra vez a senador y ahora es diputada por el partido Morena. Sabe que está mal lo que se va a aprobar y por ello prefiere esconder la cabeza en una excusa.
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