En un violento episodio que sacudió el sur de Sinaloa, Martín García Corrales, un operador clave del cártel de Sinaloa y miembro cercano de Ismael «El Mayo» Zambada, fue asesinado junto a tres personas más en el municipio de Elota. La DEA, que lo había señalado como uno de los principales responsables de la producción y tráfico de metanfetamina y fentanilo, ofrecía una recompensa de 4 millones de dólares por su captura. El macabro descubrimiento se hizo en la mañana del 17 de agosto, cuando los cuerpos sin vida de García Corrales y sus acompañantes fueron hallados en un camino rural cercano a la carretera Internacional México 15.
Las víctimas presentaban signos de tortura, evidenciando la brutalidad del ataque. De acuerdo con informes de la DEA, García Corrales y su hermano Leobardo estuvieron involucrados en la adquisición de un arsenal que incluía granadas y otras armas de fuego. Estas transacciones, según las autoridades, se realizaron a cambio de fentanilo, un potente opioide que el cártel enviaba a Estados Unidos.
Este asesinato no solo priva al cártel de Sinaloa de uno de sus operadores más activos, sino que también refleja la intensificación de la violencia y las luchas internas dentro del cártel, en un contexto de creciente presión por parte de las fuerzas de seguridad mexicanas y estadounidenses.
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