Pero ahora, el gobernador Cuitláhuac García, afanoso en estar chingando a la ciudadanía, ahora se le ocurrió que ante alguna situación que se pudiera considerar de riesgo o de Código Rojo los policías pueden disparar a los ciudadanos sin esperar la orden de un mando mayor. Declaró el estulto gobernador: «Vuelvo a reiterar (…), imagínense que ante un Código Rojo que amerita hacer un sobrevuelo, por ejemplo, esperen a que un alto mando dé la instrucción y transcurra el tiempo, no es así, se atiende a través de protocolos».
¿Y quién determina si una situación requiere de código rojo? Pues cualquier policía que se sienta en peligro puede determinar un código rojo y con eso a echar bala a mansalva sin importar los protocolos, sin importar la presunción de inocencia. Ya sabe usted, de lo que se trata es de chingar al prójimo.