Tras la salida de Jaime «El Jimmy» Lozano, la Federación Mexicana de Fútbol no perdió tiempo y activó su plan B. Este lunes 22 de julio, con bombo y platillo, anunciaron el regreso de Javier Aguirre como nuevo entrenador de la Selección Mexicana. El «Vasco» vuelve con la misión de apagar el incendio que rodea al tricolor después de su pobre desempeño en la Copa América que nos dejó nuevamente como la burla internacional. Aguirre no llega solo a este desafío. Se dice que Rafael Márquez, ícono del fútbol mexicano, se unirá como su auxiliar técnico. Aunque aún no se ha confirmado oficialmente, se espera que en los próximos días se concrete su incorporación. La combinación de la vasta experiencia de Aguirre en el fútbol europeo y el liderazgo de Márquez promete un cambio significativo en el desempeño del equipo.
Con Aguirre al mando, se espera no sólo una mejora en las tácticas de juego, sino también en la mentalidad de los jugadores. Aguirre ya ha dirigido a México en dos mundiales, Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010, llevando al equipo a octavos de final en ambas ocasiones. Ahora, los directivos esperan resultados inmediatos, con un equipo que entusiasme a la afición y llene los estadios. El verdadero reto para Aguirre no es sólo la estrategia en el campo, sino cambiar la mentalidad del futbolista mexicano.
Mientras otras selecciones forman a sus jugadores para ser ganadores constantes, en México la complacencia ha sido un enemigo constante. Si Aguirre logra infundir una nueva mentalidad de lucha y superación en sus jugadores, el fútbol mexicano podría ver una mejora notable y comenzar a alcanzar los logros que tanto anhela. Hasta que este cambio ocurra, la expectativa debe ser medida. Pero con Javier Aguirre y posiblemente Rafael Márquez al frente, hay una nueva esperanza de que los «ratones verdes» finalmente se transformen en gigantes del fútbol.
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