Ana Fong, viendo la tragedia desde Miami

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Ana Fong, viendo la tragedia desde Miami FOTO: WEB
- en Opinión
* Si no tiene culpa, ¿por qué se fue? * Temor al homicidio imprudencial agravado * La fiscal perfila la exoneración * Pese a ser un fiasco, Hideliza Díaz iría a CAEV * Huelen a cárcel Chiquiyunes y Fernando * Nahle y la red de corrupción * Operadores de empresas fantasma, lavadoras y de nueva creación

Mussio Cárdenas Arellano / A la distancia, desde Miami, Ana Fong ve la tragedia, la muerte de sus siete amigos, con el corazón en la mano. Y a salvo, por ahora, de la acción de la justicia, eludiendo declarar, evadiendo el homicidio culposo agravado.

Protagonista clave, Ana Fong López es sobreviviente del siniestro que arrancó la vida a siete jóvenes, cinco mujeres y dos varones, la noche del sábado 13 en el río Calzadas, afluente del Coatzacoalcos, cuando la camioneta blindada que acababan de abordar se desplazó, cayó, se hundió y perecieron en su interior.

Ana Fong –de acuerdo con un insider que conoce a detalle los hechos– permaneció unos minutos. Llamó por teléfono. Lloró. Se le estrujó el alma. Y no se le volvió a ver. Le trazaron la ruta. Fue llevada a Villahermosa, Tabasco –dice el insider–. De ahí voló a Cancún, Quintana Roo, y luego se trasladó a Miami, Florida, en Estados Unidos.

Miami es un buen refugio. Y más si da tiempo para el olvido. Las horas que transcurren borran rastros de todo. Por ejemplo, de alcohol en la sangre. Y se gana tiempo. Y ese tiempo preserva a Ana Fong de encarar la imputación de homicidio culposo, no intencional, pero agravado si el examen de alcoholímetro diera positivo.

De ser así, Ana Fong López sería habitante temporal del reclusorio Duport Ostión, sujeta a juicio, cuadrando argumentos legales su defensa, disipando dudas, sobre todo explicando cómo fue la tragedia, si tuvo culpa o no.

Ana Fong puede ser inocente. Quizá también responsable. Inocente porque no deseó que la tragedia ocurriera, que la Suburban se fuera al río, que sus amigos murieran ahí. Inocente en toda la línea. Pero la Fiscalía de Veracruz tiene una misión: dilucidar si tiene responsabilidad, y en qué grado. Si es, o no, homicidio imprudencial.

Y entonces la pregunta cunde: ¿Por qué se marchó? Si Ana Fong no tiene culpa, ¿por qué alejarse de la escena de la tragedia? ¿Por qué irse antes que la autoridad la interviniera? ¿Por qué salir del país? Así comparezca ahora ante la Fiscalía, a eso se le tipifica como omisión de auxilio. Y es delito. Además del homicidio imprudencial que podría ser agravado.

Cuenta el insider:

“Había cuatro chicas más, en otro automóvil, no camioneta. Ellas vieron todo. Son testigos de lo que realmente ocurrió”.

Dice el insider:

“Tratándose de jóvenes, el padre de Ana debió asignar empleados que estuvieran al tanto de lo que ocurría en la reunión”.

Ningún vecino dio cuenta de lo que ocurría. Varios se percataron que había fiesta desde mediodía en la propiedad de Fong Cortés, pero sin imaginar el percance de la Suburban. A esa hora –8:30 PM– caía un intenso aguacero y se desató una tormenta eléctrica.

La justicia en Veracruz es expedita… para los privilegiados. La fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns, ya enfiló el caso. Dice que todo indica que fue un accidente. Sostiene no saber a estas alturas, tres días después, que el propietario de la camioneta es el contratista Juan Carlos Fong Cortés, uña y mugre de José Luis Peña Peña, esposo de la gobernadora electa de Veracruz, Norma Rocío Nahle García.

“Sobre si hay algún detenido, Verónica Hernández dijo que continúan con la investigación y posteriormente se determinará; tampoco confirmó si el dueño de la camioneta es el empresario Juan Carlos Fong”, refiere el portal digital Al Calor Político.

Y asoma la exoneración:

“Al cuestionarle si se podría tratar de un homicidio imprudencial, reiteró que aún no pueden dar alguna determinación”. Léase: Fiscalía abrió investigación en el caso de 7 jóvenes que murieron en río de Coatzacoalcos – Al Calor Político (alcalorpolitico.com)

Aquel sábado 13, el drama era indescriptible. Aún vivos, desde el interior del vehículo, los siete jóvenes usaban sus teléfonos celulares pidiendo ayuda. Eran sus últimas palabras. Minutos que parecían horas, presas de la desesperación. Suplicaban un milagro mientras el agua inundaba el interior de la camioneta Suburban.

Lo que hayan dicho, hablado o escrito, es testimonio contundente que explicaría qué provocó que el vehículo cayera al río. Sus palabras confirmarían, o no, que Ana Fong hubiera dejado la palanca de velocidades en “neutral”, provocando que la Suburban se deslizara y hundiera, o que ella hubiera realizado una maniobra incorrecta al remolcar una lancha para ponerla en tierra y ahí se generó la tragedia.

Aquel sábado hubo llamadas al 911. Acudió Bomberos. Fueron alertadas las corporaciones policíacas, como marca el protocolo. Arribó una grúa, que poco pudo hacer. Luego dos más, entre ellas una industrial de la empresa Villarreal, que fue la que logró el rescate de la unidad aunque los jóvenes ya habían fallecido.

Sobre el riesgo de que la corriente arrastrara la camioneta, agrega el insider:

“Tuvieron que enviar tres grúas porque se estaba yendo al río (Coatzacoalcos) por el peso de la Suburban”.

Otra versión refiere que la primera grúa logró levantar la camioneta pero no soportó el peso y de nuevo cayó al río. En ese instante, los siete jóvenes aún estaban vivos.

Una tercera versión establece que la profundidad del río, junto al muelle de la propiedad de Juan Carlos Fong, es dos metros. Ya se sabrá por qué.

Si la justicia fuera pareja, Ana Fong López habría sido localizada y presentada ante la Fiscalía de Veracruz. Es lo que marca la ley.

Si esa justicia fuera pareja, se le habría tratado como al adulto mayor que atropelló y dio muerte a su nieta, en Las Choapas. Él permaneció en el lugar. La autoridad lo aprehendió. Se alzó una oleada de indignación. Su hija, madre de la pequeña fallecida, intercedió. Su padre jamás habría concebido quitarle la vida a la niña. Fue liberado.

Ana Fong, en cambio, se esfumó. Le trazaron la ruta: Coatzacoalcos-Villahermosa-Cancún-Miami. Luego dirá la fiscal Verónica Hernández Giadáns que ya le tomó declaración. Y que no es homicidio culposo agravado.

Ana Fong ha sufrido. A los 17 años enfrentó una prueba brutal, que sacudió a su entorno familiar y a su círculo escolar. Tiempo después, en Polanco, una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México, otro evento dramático, por horas cautiva. Y ahora la muerte de sus amigos.

Nadie en su sano juicio concebiría que por su mente pasó provocar esa tragedia. Pero hay que determinar responsabilidades, que motivó que la Suburban cayera al río, si fue por dejar la unidad en “neutral”, si fue por remolcar una lancha para ponerla en tierra, si ella se hallaba lejos del vehículo cuando entró a la vivienda y la unidad se deslizó y hundió.

De lo que nunca se librará, por supuesto que no, es de la carga moral.

Posdata

Si no ahora, más adelante Hildeliza Díaz Calafel se iría al gobierno de Veracruz. Su madrina política, Rocío Nahle García, le tendría reservado un espacio de alto, altísimo nivel, en la Comisión de Aguas del Estado de Veracruz (CAEV). Sería un nombramiento por afecto, no por capacidad. Hildeliza Díaz ha sido un fiasco al frente de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos, incapaz de resolver el abasto, realizando obras que se prolongan más allá de lo establecido en los contratos, sin cumplir con el saneamiento y el mantenimiento al sistema de drenajes. La falta de agua en Coatzacoalcos es crítica. Hay colonias donde los vecinos se abastecen mediante pipas, unas de la CMAS y otras particulares. En el centro de la ciudad, los cortes de agua son cosa de todos los días, pero el recibo de agua llega puntual, cobrando cantidades exorbitantes. No hay agua pero sí la cobran. Es un fraude a la vista de todos. Y es obra de Hildeliza Díaz Calafel, la ahijada de Rocío Nahle… Chiquiyunes patalea y su hermano Fernando comienza a huir. Al primogénito del clan Yunes azul le da por vociferar, de nuevo, que “les voy a ganar”. Y aduce que le desempolvan un delito desestimado por la autoridad. Así alardeaba que no le tenía miedo al gobernador Cuitláhuac García, que es un sátrapa, ni al aparato judicial, controlado por Morena. “Les enviaré mi agenda para que acudan a cualquier evento y entre la gente traten de hacerlo”, parloteaba. Y en cuanto fue citado por el juzgado que lleva su causa, se peló a Estado Unidos por presuntas cuestiones de salud. Tres veces se burló del juez. Tres veces ignoró los citatorios. Pero la audiencia virtual lo reventó. Provocó recesos arguyendo que le dolía todo. Intentó ganar tiempo. Y en una de esas, el juez le decretó la orden de aprehensión. Hoy, el senador electo por el PAN vuelve a fanfarronear. Se va al amparo, como era predecible. Otro intento de ganar tiempo hasta el 1 de septiembre cuando intentará rendir protesta, asumir el cargo, lograr su escaño y gozar de fuero, o sea impunidad. Su hermano Fernando anda peor. La maquinaria morenista se le fue encima. Le revive tres causas, entre ellas delito electoral. Y como Chiquiyunes, Fernando saca la soberbia que lleva dentro y se asume perseguido político. Quieren impedir que asuma como diputado local plurinominal del PAN, dice. Y así sea cierto, así sea un perseguido político, tiene la espada de la justicia en la cabeza. Por lo pronto, desdeñó un tercer citatorio judicial y se sustrae a la acción de la justicia. Lo que viene es una orden de aprehensión. Y una cacería. Abusivos del poder, dejaron tantos daños colaterales, fobias en el PAN, rencores entre yunistas que caminaron a su lado y fueron desechados, resentimiento en grupos rivales, que el encarcelamiento de uno u otro, o de los dos, hallará festejo en una buena parte de la fauna política veracruzana… Fiel a su estilo, Rocío Nahle teje ya la red de corrupción. Habrá empresas fantasma, lavado de dinero, asignación de contratos sin licitación, firmas con alta del SAT en Puebla pero de nueva creación. Cualquier parecido con Javier Duarte, no es coincidencia. Cualquier semejanza con Cuitláhuac García, no es fortuita. Cualquier similitud con la CMAS de Coatzacoalcos en tiempos del yunista Rafael Abreu, el del yate comprado con el dinero de los aguinaldos, no es casual. Rocío Nahle, la futura gobernadora de Veracruz, zacatecana y espuria, sigue el manual. Cumple el guión. Incrusta en el área financiera de su gabinete a quienes tejen la red de saqueo, los que viven del fraude fiscal. Nombres, historias, el modus operandi, está por saberse…

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