PRI: Crisis y oportunidad

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Edificio del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) FOTO: WEB
- en Opinión

Salvador Muñoz / La crisis por la que atraviesa el PRI es una excelente oportunidad, dijera un ilustre priísta veracruzano, Fidel Herrera Beltrán.

Por supuesto que lo que vive el PRI es una crisis, no se puede ver de otro modo luego de que al combatir al monstruo contra el que luchaba, acabó por convertirse en el monstruo: optó por la dictadura partidista.

Paradójico, porque mientras la presidenta electa Claudia Sheinbaum apuesta “al sufragio efectivo, no reelección”, en el PRI, contra toda lógica, dejan en manos de un solo hombre el nulo, escaso, mínimo poder que tiene este partido…

Luego entonces, en dónde carajos está la oportunidad que se abre ante la crisis del PRI?

Sencillo: la oportunidad es para el PAN para no repetir el mismo error que está cometiendo su (hasta el momento) aliado y dar paso a la renovación en sus dirigencias cuyos resultados saltan a la vista.

La oportunidad del PAN, ante la crisis que vive el PRI, es apostar al menos en Veracruz, este 2025, a ir solo en las próximas elecciones, porque es seguro que el modelo priísta que se ejerce en el altiplano, igual se replique en la entidad, ya que es claro que para el sempiterno dirigente, émulo de Fidel Velázquez, el mejor aliado es el cómplice, y aquí en Veracruz, es evidente que le sobran.

La imagen del PRI de por sí está devaluada, pero ahora le abona más Alito y compinches al hacer del partido, un club de cuates donde no cabe la mínima crítica porque lejos de acercarse a quien piensa diferente al interior del partido, lo persigue, lo ataca, lo difama… es como ver a una especie de AMLO priísta… se parecen tanto sólo que el de Campeche ¡no tiene “Eme”!, por eso es Alito, si no, sería Amlito.

Sinceramente, no creo que al PAN le convenga “juntarse con esa chusma”, dijera Doña Florinda.

Veracruz entonces quizás se convierta este 2025, en el mejor escenario para entender al priísta ante el reciente esquema dictatorial de su partido

El Priísta lleva en su ADN la disciplina, la institucionalidad, que estando en el poder se convierte en sumisión, silencio, cobardía…

¿Cuántos priístas de hueso colorado estarán en el dilema de apoyar a un dictador o de apoyar a su partido? ¿Cuántos en una estoica defensa de sus colores se dirán priístas, pero que al hacerlo, seguirán alimentando a Alito? ¿Cómo van a criticar los pocos priístas que estén en el Congreso al partido en el poder, cuando su partido, no estando en el poder, es igual a Morena? ¿Escucharemos a priístas veracruzanos levantar una crítica en contra del dictador Alito o se quedarán callados refunfuñando contra la violencia exterior pero callando la de casa?

Alito tiene tres años para hacer un nuevo PRI que haga olvidar a la militancia (que no a los compinches) sus aires de Dictador; un nuevo PRI que genere en el ciudadano Alzheimer político, y no recuerde los errores que lo ponen al borde de la desaparición… y debe darse prisa, porque de lo que ocurra en Veracruz, será un primer paso para que se levante como Lázaro, o sencillamente vaya restando los días que le quedan de vida al PRI, de aquí al 2027.

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