Desafiante, erguido, poderoso, ahí sigue el Poseidón de fibra de vidrio que sigue resistiendo la ignorancia y la estulticia de la gente de Progreso, Yucatán, que busca derribarlo para tener contento al dios maya Chaac. Pero, ¿quién mejor para derribar a ese Poseidón que el propio huracán? Beryl, emisario del Dios del Trueno, Taj o Tajín, se enfrentó a Poseidón la tarde del viernes. Si Chaac estaba molesto por la profanación de sus mares, era Beryl quien debía derribar al usurpador. Sin embargo, con su fuerza de categoría 1, con sus vientos de 150 kilómetros por hora, con sus olas de dos metros, Beryl embistió las playas de Progreso, azotó mar adentro con toda su fuerza.
El huracán derribó árboles tierra adentro, inclinó palmeras, hizo volar por los aíres anuncios espectaculares, rompió los cristales de las tiendas departamentales, anegó las avenidas, sin embargo, Poseidón, a pesar de los fuertes vientos y de las altas olas se mantuvo erguido, desafiante, poderoso. Una imagen dice más que mil palabras.
Ahí está el Poseidón de fibra de vidrio, con el tridente en su mano derecha, listo para el ataque. Frente a él una masa de nubes oscuras que ocultan el rostro del dios Chaac, que por más esfuerzos que hizo no logro derribar a Poseidón. Debilitado, humillado, Beryl se degradó a una simple tormenta tropical.
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