“El Vasco” ha dirigido en dos mundiales: Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010. En ambas competiciones, Aguirre sólo llegó a los octavos de final. Pese a esto, los dueños de los clubes ven con buenos ojos un último baile con México. Por su parte, Almada ha ganado la Liga MX con el Pachuca y un torneo internacional como la Concha Champions. Su trabajo con jóvenes es estupendo y, con planteles limitados, ha logrado alcanzar altas metas.
Sin embargo, la llegada de técnicos probados como Aguirre o Almada no solucionará los problemas de raíz del fútbol mexicano. La verdadera cuestión radica en las canteras llenas de corrupción y en los dueños que priorizan lo económico sobre lo deportivo. Para que México se convierta en una potencia en este deporte, es esencial un cambio profundo en la estructura y la mentalidad del fútbol nacional. Además, el aficionado en los Estados Unidos debe dejar de consumir a los “ratones verdes”. Sólo así, los altos mandos estarán obligados a responder a las demandas de la afición para generar ingresos.
El cambio necesario no se logrará sólo con nuevos técnicos. Requiere un compromiso serio con el desarrollo del talento joven, una gestión más transparente y una visión a largo plazo que priorice el éxito deportivo sobre las ganancias económicas inmediatas. Sólo entonces el fútbol mexicano podrá alcanzar su verdadero potencial y competir al más alto nivel internacional.