Aún están frescas las imágenes cuando el presidente López Obrador exhibió a todo el país, en una de sus conferencias mañaneras, las cantidades que gana el periodista, violando la secrecía que merecen todos los ciudadanos. Por eso ahora, que ejecutivo federal, como Poncio Pilato, intenta lavarse las manos por la investigación en contra del titular de Latinus, nadie le cree que no tenga vela en el entierro.
O acaso piensa que los mexicanos se chupan el dedo, es un hecho que, en el congreso federal, senado, en Morena y en su gabinete y sobre todo en sus dependencias, no se mueve un papel sin el visto bueno del presidente, un hombre que tira la piedra y esconde la mano.