No es un secreto que este proyecto de reforma no atiende el problema de impartición de justicia, sino más bien busca complacer el ego lastimado de un presidente al que se le negó en varias ocasiones salirse con la suya.
Sin embargo, lo grave del caso, es que estas pretensiones revanchistas podrían impedir un cambio de gobierno terso y suave, como debería ser, sobre todo por pertenecer al mismo partido político. Además de restarle brillo y autoridad a la presidenta entrante, el aprobar unas reformas al madrazo, bien podría traer consecuencias en el verdadero ejercicio de impartir justicia.
Y no solo eso, esa premura presidencial no solo crispa el ambiente, de por sí enrarecido, sino que contribuye a una polarización en la sociedad. No obstante, tenga por seguro, que el presidente sigue empecinado en salirse con la suya.