Por ello, porque algunas de las encuestas no son del todo fiables, y no por su método científico, sino por los intereses de los propietarios de esas casas encuestadoras, es mejor no hacer mucho caso a ellas y mejor salir a votar. Los partidos políticos que se están en el poder tienen el suficiente recurso como para comprar a esas casas encuestadoras para armar su orgía de números y falsedades.
Con el dinero de los contribuyentes Morena se ha comprado unas 10 casas encuestadoras que siempre ponen a su candidata arriba de las preferencias, las más impúdicas hasta con un 20 o 30 por ciento arriba de Xóchitl Gálvez. Esas casas encuestadoras han perdido la decencia y no les preocupa el descrédito, porque saben que, en la siguiente elección, el partido en el poder, acudirá a ellas y a sus mentiras. Al final, el elector engañado, no merecerá ni siquiera un «disculpe usted».