Armando Ortiz / En su visita a Xalapa, el candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, acudió a la Universidad Anáhuac para dirigirse a los jóvenes universitarios. Desde un día antes se convocó a la prensa, se le pidió que se registraran para que se les entregaran las acreditaciones. Sin embargo, a la llegada del candidato, dispuestos a hacerle las preguntas pertinentes, empezaron los empujones. En el ámbito político flotaba el tema de la declinación. A pesar de que Jorge Álvarez Máynez declaró que no declinaría a favor de Xóchitl Gálvez, los reporteros de Xalapa estaban obligados a hacer la pregunta y tal vez a que les contestaran las razones de esa decisión. Sin embargo, Máynez no se detuvo a contestar las preguntas. Es más, el personal que acompañaba al candidato presidencial empujaba a los reporteros y camarógrafos para que dejaran pasar al candidato. Hubo confrontaciones, reclamos, agresiones por parte del personal de Máynez a los reporteros. Pero el candidato dijo que eran los reporteros quienes estaban agrediendo a su personal. En el momento más álgido el reportero Walter Ramírez encaró a Álvarez Máynez. “Oye Máynez, ¿no te puedes detener tantito?”, le pregunto molesto. Máynez sólo respondió: “Vengo a un evento con jóvenes”. Más acalorado por la respuesta Walter le reclamó: “¿Entonces para qué nos invitas a la prensa?”. Muy a su manera el candidato Máynez le dijo con simpleza: “Para que cubras el evento. Estás bloqueando mi acceso”. ¿De qué se extrañan? Es la misma política de Dante Delgado, amo y señor de Movimiento Ciudadano, que en algún momento, con todo el desdén de sus 73 años dijo que él solo reconoce a dos o tres periodistas veracruzanos.
Chéjov sigue teniendo razón: “El maestro es un artista, pero en nuestro país es un paria”. Feliz Día del Maestro. ¿Hay algo que festejar?
“El maestro debe ser un artista, debe estar ardientemente enamorado de su labor, y en nuestro país el maestro es un paria, un hombre mal instruido que va al campo a enseñar a los niños con la misma ilusión con la que iría al destierro. Pasa hambre, se le maltrata, está asustado ante la posibilidad de perder su trozo de pan (…) Es absurdo pagarle una miseria a la persona que está llamada a educar al pueblo”. Esto que acaba de leer y que quizá le parezca una descripción contemporánea de lo que es un maestro rural, no lo es tal. Este texto es de Anton Chéjov, escritor ruso que fue un gran crítico de la estulticia, de la estupidez humana de su época. Lo escribió hace más de cien años, lo escribió cuando vivía en un estado feudal, como la Rusia de los zares. Chéjov se preocupaba por la educación de su país y sabía lo que significaba dar mejores condiciones de trabajo a los maestros. Hace más de cien años ya lamentaba la situación en que laboraban los maestros rurales. Esa misma situación, cien años después, en un país supuestamente democrático, es la que viven los maestros rurales de México, pero no sólo los maestros rurales, muchos maestros que laboran en centros urbanos también padecen de ese ostracismo laboral.
Ciro Gómez Leyva y Epigmenio Ibarra tienen otro agarrón. Ciro habla del contexto de violencia que vive el país, Epigmenio le echa la culpa al pasado
¿A quién carajos se le ocurre invitar como colaborador a su programa de radio a un energúmeno radical, cerrado a la realidad, vendido a la 4T como es Epigmenio Ibarra? En su momento muchos se lo advirtieron a Ciro, pero éste, levantando la bandera de la pluralidad, dijo que en su programa había cabida para todas las voces; incluidos los imbéciles. En el programa de la mañana del 15 de mayo Epigmenio Ibarra trató de derruir el argumento de la “derecha”, que califica a Claudia Sheinbaum como una narcocandidata. Ciro le dijo que ese ya no era tema, pues de alguna manera el contexto de violencia que se vive en algunas partes del país justificaba esa apreciación; el hecho de que el crimen organizado tenga control sobre vastas zonas del país. Entonces Epigmenio quiso irse a los orígenes de ese contexto de violencia, quiso hablar de la Dirección Federal de Investigación de origen priista. Ahí Ciro lo paró en seco, sobre todo porque es el mismo discurso que repite el presidente, echarle la culpa al pasado para no hacerse responsables de su presente. A partir de ese momento inició una discusión que, de haber sido en otro lado, sí hubiera llegado a los golpes. Ciro aguantando las necedades de Epigmenio Ibarra, Epigmenio conteniendo a un Ciro desbordado, harto de las imbecilidades de su invitado. Pero como dirían las madres cuando se quema uno la mano en la estufa: “¿Quién te manda?”.
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