En el caso del obispo Salvador Rangel se debe ser de lo más objetivo, sin prestarse a especulaciones. Si bien en un momento se habló de un secuestro exprés en el caso del obispo, quien ya había sido reportado como desaparecido, inmediatamente después empezaron a aparecer pruebas e indicios de que no hubo tan secuestro. El obispo, dicen las personas que vieron al obispo salir de su casa, iba vestido con pantalón de vestir y una camisa lila. Salió en su camioneta modelo 2024, comprada apenas en el mes de marzo, con una bolsa negra en las manos. Esa bolsa negra fue hallada en el motel donde el obispo se vio con otro hombre.
En la bolsa encontraron 4 condones, uno de ellos usado, gel íntimo para relaciones sexuales y las pastillas de Sildenafil, que sirven para la disfunción eréctil. El obispo hizo dos retiros con su tarjeta bancaria, uno en la mañana, otro en la noche. El obispo pasó por un joven a una pizzería del municipio de Emiliano Zapata y después se fueron juntos a un motel de Cuernavaca.
El obispo, a pesar de tener chofer, no pidió que lo llevara, sino que manejó él. El obispo, según la carpeta de investigación, fue encontrado desnudo en el motel. Cuando le preguntaron su nombre sólo dijo llamarse Salvador. Su acompañante había salido horas antes. Se ignora su identidad, aunque se busca pues él podría ser la clave de todo este caso.
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