El hombre actúa de acuerdo a contexto en el que se encuentra, es corto de memoria, sobre todo cuando el pasado lo exhibe como un simple mortal que luchaba muy duro para poder subsistir. En el caso del actual presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso local, es bien sabido que este, trabajaba como vendedor de autos. Si vendía algún auto, este era merecedor de una buena comisión. Sin embargo, alguien le dijo al oído que en la política había manera de subsistir y hacer dinero. Rápidamente busco cobijo, sin mucho éxito, bajo la sombra del corrupto y actualmente presidiario, Javier Duarte. Sin embargo, la suerte le sonrió y se topó con un hombre grisáceo e insípido, como Cuitláhuac García, quien, por cierto, estaba sentado en la cresta de una ola llamada “efecto Peje”.
De modo que cuando este llegó a la primera silla del estado de Veracruz, rápidamente jaló a Juan Javier Gómez Cazarín y lo puso como cabeza en el congreso local. Desde luego que esté sujeto no disimuló su hambre y haciendo uso de la máxima que dice; «a mí solo pónganme donde hay, que de lo demás yo me encargo», inmediatamente comenzó hacer sus transas y trastupijes, con un tal, Aldo Valerio, quien, por cierto, este último tuvo que cargar con el descredito por ser parte con el Carón, del Cártel de lo Moches jarochos.
Hoy, el Jucopo piensa que los veracruzanos lo ven como una perita en dulce; tal vez por eso, se atreve a criticar a los demás y decir que, «los jóvenes veracruzanos están despiertos y se dan cuenta de la misoginia del candidato del PRIAN y de su sometimiento a los que se apellidan Yunes, igual que él, pero son sus verdaderos jefes». ¡Pobre diablo! A ver que hace, ahora que se le acabe el hueso.
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