Salinas Pliego, de ser el empresario favorito de la 4T, se ha convertido en el empresario más mencionado por el presidente de la 4T. No hay semana que López Obrador, desde la mañanera, no mencione al dueño de TV Azteca, acusándolo de llevar a cabo una campaña difamatoria en contra de su gobierno. Por supuesto, el presidente sólo dice campaña, pero no desmiente ninguno de los aciertos de Salinas Pliego. Ahora, para marcar diferencias entre él, un tótem de la austeridad, acusa que a Salinas Pliego le gustan los yates, a él no: «No creo que a Ricardo Salinas no le importe que yo cambie de modo de pensar, yo siento lo mismo, es recíproco, que él no va a cambiar su manera de pensar. Que es lo que queda, respeto, yo soy muy feliz como soy: a él le gustan los yates, a mí me daría pena y me daría vergüenza subirme a un yate de esos en un país con tanta pobreza, pero cada quien es libre».
Y como si fuera un amago velado, el presidente dijo que él no le iba a quitar la concesión de televisión al empresario Salinas Pliego: «No (retirar la concesión), nada, somos libres y él puede seguir ejerciendo a plenitud su libertad. Nosotros no somos autoritarios, también en eso somos distintos a los conservadores. El conservador, por lo general, es muy autoritario, es facho, quieren resolverlo todo por la fuerza y albergan muchos rencores y odios».
Ya se va, lo bueno es que este presidente ya se va.
Comentarios