Édgar Hernández / Al igual que en la política, el crimen organizado se reorganiza, cambia de piel, extermina a sus enemigos y redirecciona sus plazas.
La intención es tener un mando único, barrer el territorio veracruzano en donde los malandros ya cobran impuesto hasta por las tortillas y dejar limpio el corredor Las Choapas-Pánuco para el trasiego.
La idea, ya en marcha, es mantener su postura apartidista y solo dialogar con los vencedores una vez terminada la lucha electoral. La idea es reforzar sus enclaves y esperar al 2 de junio. La idea es no apostar a lo pendejo con la perdedora o el perdedor.
Las organizaciones criminales decidieron tomar carta de naturalización luego de un nacimiento desordenado en Veracruz en donde el problema de tráfico de drogas hasta antes del fentanillo se agudizó al final del gobierno de Miguel Alemán y agravó en los sexenios de Fidel Herrera y Javier Duarte.
Proliferaron los carteles del narcotráfico en disputa feroz por el control de la plaza, el trasiego de drogas, el narcomenudeo, el cobro de piso y el robo de combustibles.
Por respuesta para el caso de Veracruz la autoridad tomó cartas en el asunto confrontando a la criminalidad… pero de manera equivocada, por la vía de la alianza.
Cuando el 1º. De diciembre de 2018 el gobernador Cuitláhuac García le dio posesión a Hugo Gutiérrez Maldonado, como Secretario de Seguridad Pública quien vino a presumir que era primo de la esposa de AMLO (Beatriz Gutiérrez Müller), la criminalidad se alzó en júbilo.
Los antecedentes de su anterior trabajo en Nuevo León avalaban sus alianzas criminales.
Las bandas del norte, centro y sur reaccionaron violentamente; las ejecuciones se dispararon notablemente; los secuestros alcanzaron proporciones nacionales hasta ocupar los primeros lugares por encima de Tamaulipas, Guerrero y el Estado de México.
Gutiérrez Maldonado fue cesado tras comprobarse sus ligas con el CJNG, pero llegó otro peor, el Capitán de Navío, Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla a recomendación expresa del titular de Marina.
La seguridad, sin embargo, nunca llegaría a los mas de 80 municipios controlados por 9 carteles que de inmediato se avocaron al control de todo el corredor del Golfo de México.
El principal problema que encontró Zúñiga Bonilla fue la infiltración y acuerdos de las policías estatales y municipales con la criminalidad.
Pero la infiltración de estos grupos delictivos no se limitó a mandos policiacos de los tres niveles del gobierno, sino a funcionarios de alto nivel del actual gobierno, destacando el caso del ex Secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos.
Actualmente la disputa por el control de Veracruz ya mismo se da principalmente entre tres Cárteles:
El Grupo Sombra o Cartel de la Mafia Veracruzana, los Zetas y el CJNG., los cuales ha sido reconocido por el propio gobernador.
Ha admitido además la presencia de tres grupos más “que operan con menos fuerza” “Zetas vieja Escuela”, “Zetas, sangre Nueva” y “35.Z”.
Por tener el liderazgo y prácticamente el control criminal de Veracruz en esta entrega solo nos vamos a ocupar del “Cartel Mafia Veracruzana”.
A la declinación del Cartel del Golfo, la virtual extinción de los Zetas y su guerra sinfín con el CJNG, es que sus fuerzas y poder quedaron menguados.
Uno de los grupos que se escindió del Cartel del Golfo en el 2017 fue precisamente el “Grupo Sombra”, que posteriormente se identificaría como el “Cartel Mafia Veracruzana”, en cual tiene asentada su mayor fuerza en la zona norte del estado limítrofe con Tamaulipas con quien tiene ligas.
Los municipios bajo su control son Tuxpan, Poza Rica, Tantoyuca, Coatzintla, Tihuatlán, El Higo, Naranjos, Alamo, Pánuco, Cerro Azul, Cazones de Herrera y Amatlán; así como otros municipios ubicados en la región de la Huasteca de los estados de San Luis Potosí e Hidalgo.
El Estado Mayor del “Cartel Mafia Veracruzana”, es un grupo de élite se caracteriza por el nivel de crueldad.
Este Cartel paradójicamente cuenta con la simpatía de una parte de la ciudadanía que con frecuencia recibe despensas, reparto de cenas navideñas y juguetes los días de “Reyes”.
Todo ello sin descuidar su guerra que libran contra el CJNG que opera también en el norte bajo el mando de Felipe Abraham “El Coco”.
Conviene destacar en esta primera entrega que en la generalidad estos grupos delincuenciales carecen de una filiación política definida. Ni son chairos, ni priistas o panistas.
Acaso algunos de ellos hayan sido expresidentes municipales o caciques hoy metidos en las redes criminales, pero nunca en Morena u otro partido arriba citado.
Los Carteles apoyan a los ganadores de la política; pactan con quienes vencen en las urnas y si bien responden a pie de urnas con una línea de acción para inhibir el voto, respetan los resultados finales, sin tomar partido.
Así sucedió en el 2018 con el “Efecto Peje” al percibir el avasallamiento de Morena.
Así sucederá hoy con la tendencia imparable que muestra el candidato opositor Pepe Yunes.
(MAÑANA LA SEGUNDA PARTE DE ESTE TESTIMONIO INEDITO)
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo