Edgar Hernández* / Ya desde días atrás trascendió la molestia presidencial en contra de Nahle ante la exposición pública de sus bienes inmuebles que superan los 90 millones de pesos y ponen en tela de juicio la misma “honestidad” de su gobierno.
Dejó incluso de aplicar aquello de que “¡…pero, ellos robaron más!”.
Del dominio público, sobre todo entre las huestes morena, la orden de concentrar todos los esfuerzos electorales en Sheimbaun y evitar perder, a como de lugar, la tercera reserva electoral -2.2 millones de votos-.
Dejar fuera a la zacatecana, no mezclar la propaganda de la zacatecana con Claudia, concentrarse los Siervos de la Nación en la Presidencial y evitar que se asocien las presuntas raterias y enriquecimiento ilícito de una con la otra.
El “¡No somos iguales, entre Claudia y Nahle!” aquí si aplica.
¿Por qué tan drástica decisión?
La nueva propiedad, la de Monterrey de 28 millones, esa sí reconocida por Nahle, ya que -según ella- las demás son rentadas incluida la de la ciudad de México y Cancún, fue la gota que derramó el vaso.
22 millones de pesos pagados en abonos por un departamento en la zona más exclusiva de Nuevo León para que fueran a estudiar sus hijos como que no resultó muy creíble.
Como tampoco lo fue que le rente a su sobrina Maribel Hoyos Peña -quien vive modestamente en el puerto- pero posee una propiedad de 65 millones de pesos.
Y que atrás del tema de Maribel se esconda el asunto de la mujer violentada, la sobrina sorprendida y en modo alguno obligada a prestar su nombre para atribuirle propiedades costosas de parte de delincuentes financieros que abusando del vínculo familiar la convencieron para que firmara como dueña de propiedades -casa y terreno- que no podrá comprobar fiscal ni financieramente.
La pobre Maribel será acusada de delitos fiscales, evasión fiscal, operaciones con recursos de procedencia ilícita y lavado de dinero ante un juez federal.
Pero vienen más revelaciones.
Su verdugo adelanta y así lo ha demostrado semana tras semana al dar a conocer nuevas propiedades de esta familia.
Documentó con la escritura en mano la mansión de Boca del Río; mostró la escritura de la casa de Tabasco, localizada en el fraccionamiento “El Country”, considerado el mejor de Villahermosa, con un valor comercial de 12 millones; exhibió la de Monterrey de 22 millones -hoy vale 28-.
Y faltan las revelaciones sobre los “Paraísos Fiscales”.
Todo ello sin contar, o más bien sin sumar, los jugosos negocios con su compadrito del alma Arturo Quintanilla Hayek por 6 mil millones de pesos.
A todo ello responde con una “aclaración” a modo, sesgada, que no aclara y deja satisfecha a la opinión pública.
El punto es que cada día el inquilino de Palacio Nacional amanece con un dolor de cabeza veracruzano que no lo deja conciliar el sueño.
Acaso por ello es que decidió, más que abandonar el solar veracruzano concentrarse en lo que realmente le importa, la presidencia de México; que Claudia gane, que no pierda la república.
¿Y Nahle?
Pues para la zacatecana el pago de marcha… política.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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