Sin embargo, la trascendencia que ha tenido su enseñanza es una muestra palpable de que no hay que tomar las cosas tan a la ligera. Jesús ha sido un dechado para muchas personas, aunque otros, los inicuos, han justificado sus atrocidades en el nombre de su doctrina. Por ejemplo, la cristiandad ha caído en un descrédito que ha obligado a muchos a pensar que la doctrina cristiana es errónea. Las Cruzadas, la Inquisición, las consecuencias trágicas de la Reforma, la Conquista, el adoctrinamiento impuesto, las recientes guerras segregacionistas, la moralidad de los fieles, el clero y su tolerancia a la pederastia, sus vínculos con la política, todas estas circunstancias no han ayudado en nada a brindar una imagen positiva sobre el cristianismo.
Sin embargo, en un análisis escrupuloso nos daremos cuenta de que la doctrina que seguían los cristianos primitivos condenaba cada una de estas actitudes y posturas. No ha sido el Cristo con sus enseñanzas, quien ha arruinado el prestigio de la cristiandad. La misma cristiandad ha tenido que pedir perdón por sus métodos, por su política, por su postura pasiva y por su complicidad, ante muchas de las atrocidades que se cometieron en el nombre de Dios. Por supuesto, los pecados de la cristiandad no invalidan las enseñanzas de Jesús, muchos menos su sacrificio. Queda en nosotros, con nuestra forma de vivir, darle valor a ese sacrificio.