Literalmente el presidente de México dijo que su calidad moral está por encima de cualquier ley de protección de datos personales. Después de dar a conocer el número de teléfono de la periodista del New York Times, el presidente dijo que lo volvería a hacer, porque él está por encima de la ley. ¿Cuál fue la respuesta del público? De inmediato en las redes sociales se echó a dar una campaña para dar a conocer los teléfonos de los hijos de López Obrador. El primero fue José Ramón López Beltrán, quien se preguntaba, ¿yo qué tengo que ver con esto?
Pero la cosa no ha quedado ahí, los usuarios de las redes también han compartido los teléfonos de otros miembros de la 4T, entre ellos el de Claudia Sheinbaum, candidata de Morena a la presidencia de México, Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la Presidencia, Citlalli Hernández, secretaria general de Morena y hasta el de José Gómez Naredo, editor de un medio oficialista. Por supuesto, todos se quejan, todos acusan que es una venganza, se indignan de que estén dando a conocer información privada en una red pública.
Pero ninguno de estos dijo nada cuando el presidente López Obrador hizo lo mismo, ninguno reclamó al presidente su actitud alevosa, prepotente, déspota. Este es el verdadero rostro de la 4T, el juego de la doble moral de una clase política que le gusta hacer, pero que no le hagan.
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