Arturo Zaldívar, de ser un ministro de la Suprema Corte muy respetado, pasó a ser un monigote, títere de la 4T. ¡Su caso da lástima! Pensó que Claudia Sheinbaum, después de las porras abyectas que le lanzó lo iba a poner a la diestra de su presencia. Pero no, ni siquiera lo quieren cerca. Y luego llega el presidente y exhibe la injerencia que el ministro permitía cuando era presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En el programa de Ciro Gómez Leyva, “santo patrono de las causas perdidas”, Zaldívar acudió a explicar los dichos del presidente. Un Zaldívar azorado ante la exhibida, trató de explicar lo que quiso decir el presidente: «Nunca hablé o he hablado con ningún juez, jueza, magistrado o magistrada para proponerle, sugerirle, insinuarle y mucho menos instruirlos en determinado caso».
Sin embargo el presidente de México fue muy claro: «Los jueces ordenan que se libere a un delincuente en horas, no 72 horas, en 24 horas, y un sábado y tenemos que andar pendientes para ver si no tiene otras órdenes de aprehensión, en algunos casos sí y ya no salen, pero cuando se daban estos hechos y estaba Zaldívar, se hablaba con él y él podía, respetuoso de las autonomías de los jueces pero pensando en el interés general, pensando en la justicia, en proteger a los ciudadanos ante el crimen, hablaba con el juez y le decía ‘cuidado con esto’».
Zaldívar dice que a lo que el presidente se refiere es a que ellos procesaban las quejas del gobierno, pero que él defendía al poder judicial. ¡Pobre diablo! Ni cómo ayudarlo. ¡Vaya empinada que le dio el presidente!
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