El ejecutivo Federal, al abrir la boca y decir que se entendía con el expresidente de la(SCJN), para que le ayudara a convencer a los jueces para que fallaran a favor de los intereses del gobierno de la 4T, no solo deja al descubierto la docilidad y mansedumbre de un ministro que debía mostrarse imparcial e incorruptible, sino que deja al descubierto, la poca ética y poca credibilidad de un personaje que busca aportar sus conocimientos para reformar el poder judicial.
Ese ministro a modo, es la punta de lanza de la 4T, para llevar a adelante una reforma que de antemano parece que viene muerta. Sin embargo, el presidente López Obrador, al parecer, no se da cuenta que el pez, por la boca muere.