La guerra intestina que se desarrolla en el interior del Poder Judicial de Veracruz, tiene mucho que ver con el actuar de varios funcionarios que se sintieron intocables por ser arropados por el alicaído, Juan Javier Gómez Cazarín, Presidente de la Junta de Coordinación Política. Resulta que Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre, presidenta del Poder Judicial de Veracruz, ya desenvaino la espada, seguramente por presión zacatecana, y esta ha confirmado, la existencia de 4 denuncias penales por presuntos actos de corrupción cometidos al interior del organismo que encabeza.
Aunque todo mundo sabe que estas denuncias tienen dedicatoria especial contra Joana Marlén Bautista Flores, quien fungió como administradora del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado.
Fue un hecho conocido a nivel nacional, el affaire de corrupción que hubo en el poder judicial veracruzano, cuando Bautista Flores hizo lo que quiso con las finanzas de dicho organismo, desde luego, de la mano del malogrado Presidente de la Junta de Coordinación Política. Lo cierto es que, es muy cierto, el dicho de los abuelos que decía, «a cada cerdo le llega su San Martín».
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